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Savage Desire.

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A drawing done by pencil and conté.

Savage Desire

-He oído que tu marido está a punto de llegar. Deberías dejarme marchar -sugirió el joven.

Su ánimo jovial de momentos antes había menguado, y ahora la preocupación de las consecuencias por su osadía para con la Reina eran patentes en la gravedad que irradiaban sus facciones.

Pero la Reina ya había demostrado que todas aquellas escenas que tenían probabilidad de acabar en un derramamiento de sangre le excitaban hasta puntos insospechados. El joven esclavo torció el gesto mientras permanecía al servicio de la mujer aún cuando lo único que deseaba era salir huyendo y salvar la vida.

-No seas cobarde -le reprendió la reina mientras se acuclillaba frente a él, con su body de cuero ciñéndose a sus sinuosas y espectaculares curvas-. Ayer no tenías reparos en penetrarme.

-Ayer tu marido no estaba al acecho -replicó el joven.

La Reina se llevó un dedo al mentón como si considerara sus palabras, aunque era teatro, por supuesto. La carcajada despreocupada que lanzó segundos después lo confirmó. Cuando la risa se apagó prevaleció una sonrisa pícara, y ostentándola en su hermosos y lozano rostro se acercó aún más al joven, casi uniendo su húmedo deseo al pene de él. Se hallaba ahora alzada sobre las rodillas, que flaqueaban las enjutas caderas del joven y dejaba sus sexos a un orgasmo de distancia.

-Ése era el toque de diversión que le faltaba a la cita de ayer -meditó la Reina con voz cantarina, y acto seguido se deslizó hacia abajo, acogiendo en su prieto interior la virilidad del esclavo.

Comenzó a botar sobre él, echando la espalda hacía atrás, buscando a la vez la máxima distancia y la máxima cercanía entre ellos. Su placer se escapó a través de sus carnosos labios en forma de arrulladores gemidos que hicieron olvidar al joven la inminente amenaza y lo sumergieron en la vorágine de lujuria húmeda que ambos consolidaban.

-¡Belicia! -exclamó una voz grave preñada de incredulidad, dolor y odio.

Belicia echó la cabeza hacia atrás y vio recortado contra la puerta de la entrada la poderosa envergadura de su marido, al que veía boca abajo desde su posición. Ella le dedicó una sonrisa que se transformó en un grito orgásmico que tuvo la desfachatez de pronunciar junto con el nombre del Rey.

Ciego de rabia y herido en su amor por ella, el Rey avanzó torpemente, desenvainando en el trayecto su espada y antes de que el cuerpo de ella hubiera acabado de estremecerse rebanó el gaznate del esclavo, empapando de sangre tanto el cuerpo sudoroso y contorsionado de su amada como el suyo propio.

Acto seguido soltó la espada sin reparar en el estropicio sangriento que había provocado a su alrededor, y con los ojos encharcados de odio y amor, agarró el brazo de su esposa y la zarandeó, estirándole de la larga melena para obligarla a sostenerle la mirada.

-¡¿Por qué Belicia?! ¡¿Por qué?! -le chilló junto a la boca, hechizado por la malvada belleza de su mujer y apunto de rendirse al beso que clamaba su boca entreabierta carmesí.

-Te echaba de menos -contestó ella con tranquilidad-. Esperaba que aleccionarte sobre lo errada que puedo llegar a estar sin ti haría que te quedases junto a mí vigilándome y no me privarías nunca más de tu compañía.

-¡Mientes, mi maligna hechicera! -gritó él, rabioso-. Solo vives para atormentarme!

-¡Sí! -Chilló ella-. ¡Sí, sí y sí! Vivo para atormentarte porque tú me atormentas a mí. No creas que no sé la de mujeres que violas en tus campañas militares. No me tengas por tan ingenua.

-¡Bruja! -Proclamó él con el semblante contraído por la furia-. ¡Bruja!

-Me insultas porque no puedes negar la verdad y te molesta que tenga el valor de restregártelo en la cara -siseó ella desafiante.

-¡Ojalá estuvieras en lo cierto, maldita sea! Pero la pura verdad es que eres una bruja. ¡Me has hechizado y soy incapaz de tensarme de deseo ante cualquier mujer que no seas tú!

Y acto seguido, perdonando una vez más a su bruja, e ignorando la nueva herida que palpitaba en su corazón junto a los demás antiguos desgarrones aún sin cicatrizar, la besó con ferviente pasión, hundiéndose una vez más en ese destructivo amor que tanto le fustigaba el alma.


Villkatt
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Comments1
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Omarsaurus's avatar

comentario cliché, pero, si debería tener más apoyo este cuento, te quedó muy magno, y con dibujo incluido, qué grosa :3